18 de julio de 2010

Gaviotas Rupestres

Fotos y edición: Colibrí de Ónyx
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Ayer soñé con gaviotas y un paisaje de montañas
terracota, oro y gris.
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El mar no estaba cerca, pero yo alcanzaba a oír sus olas.
Hacía calor y para protegerme entré en una enorme cueva.
Dentro, el sonido del mar era más fuerte y unos graznidos de gaviotas me hicieron pensar que la cueva tenía una salida al mar. Fui a buscarla, caminé por un sendero que apenas se dibujaba dentro de la cueva y al poco tiempo sentí que el agua mojaba mis pies. Tuve miedo al pensar que el mar inundaría la cueva conmigo dentro, quise salir pero ya era tarde, el nivel del agua había subido hasta mis rodillas.
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Desesperada subí a un montículo y adivinando las formas de la pared busqué otra salida.
De entre las sombras apareció una mancha blanca, que con graznidos me guió por un camino entre las rocas. La seguí sin cuestionarme y al poco rato encontramos
una grieta de luz.
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Luchando entre dos paredes me colé a una cámara secreta de la cueva.
Apenas asomé la cara, una luz esplendida cegó mis ojos.
Tuve que abrirlos poco a poco para descubrir una enorme bóveda llena de pinturas rupestres. Imágenes de gaviotas decoraban una cúpula maravillosa.
Abajo, aguas cristalinas de tono aguamarina formaban reflejos en la bóveda.
Cerré los ojos, quería grabar en mi mente aquella belleza y de repente:
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¿Dónde está la gaviota? pensé.
Ven para que me cuentes qué es toda esta maravilla, le grité.
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Me di cuenta de que la había perdido, lloré y desperté sollozando.
Ahora tengo la sensación de que he conocido un gran secreto.
Mañana esta sensación se habrá marchado...que triste.
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Tal vez cuando yo no exista más,
algún viajero encontrará la cueva de las gaviotas rupestres
y su belleza será todo un acontecimiento...

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