6 de febrero de 2009

FEBRERO


Febrero no es un mes que me guste mucho, es ventoso y raro...
para mi es un mes contradictorio desde hace diez años que Él se fue.
Por un lado me trae imágenes lindas de las tardes en que Mariano fabricaba papalotes y salía a volarlos con los niños de nuestra calle.
Por otro lado pienso que fue en este mes cuando dejé de verlo
para siempre...





Será por tu vivienda
hecha de ruinas y de misterios
porque rompías la roca
para ganarte un par de medios
o por tus tira piedras
los más famosos de la loma
con la mejor horqueta
de la guayaba y duras gomas.


Será por todo esto
que mi memoria se empina a ratos
como tus papalotes
los invencibles, los más baratos.
Y te levanta el peso
Narciso el mocho para ponerte
junto a los elegidos
los que no caben en la muerte.

El papalote cae, cae, cae, cae, cae
el papalote cae, cae, cae, cae, cae
se va bolina la imaginación
buena cuchilla no pico.


Una vez de tus manos
un coronel salió brillando
que pájaro perfecto
cuantos colores, que lindo canto.

Ninguno de nosotros
iba a volarlo ya se sabia
era un encargo caro
del que mandaba, del que tenía.


Llevabas en el puño
aquel dinero de la tristeza
dinero de aguardiente
del sol de Cuba de la cerveza.

Y te seguimos todos
a celebrarlo sucios y locos
para ti carta oro
y caramelos para nosotros.

El papalote cae, cae, cae, cae, cae
El papalote cae, cae, cae, cae, cae
Se va bolina la imaginación
Buena cuchilla lo pico.


La gente te chiflaba
cuando en la tarde subías borracho
tú contestabas piedras
y maldiciones a tus muchachos.

Eras el personaje
de los trajines de tu pueblo
eras para la gracia
eras un viejo, eras negro.


Una noche respeto
bajo y te puso bella corona
respeto de mortales
que muerto al fin te hizo persona.


Pobre del que pensó
pobre de toda aquella gente
que el día más importante
de tu existencia fue el de tu muerte.


El papalote cae, cae, cae, cae, cae
El papalote cae, cae, cae, cae, cae
Se va bolina la imaginación
Buena cuchilla no pico.

2 de febrero de 2009

EL OSO del camino al mercado



Para llegar al mercado caminábamos muchísimo. Primero pasábamos a dejar a mi hermana a la primaria y después nos íbamos a visitar a mi abuela cruzado el parque, varias colonias, las vías del tren y la Ford. De su casa nos íbamos directo al mercado, que no quedaba cerca, pero no importaba porque el sol no mordía como ahora y con suerte podría saludar en el camino a un changuito que se asomaba por una puerta blanca para jugar con los que pasábamos por su calle.
O tal vez me encontraría una flor bonita para echarla a los perfumes que preparaba en mi casa en botellitas de vidrio que mi mamá tiraba y yo recogía.


-¿Por qué levantas basura?- preguntaba mi mamá.
- Es para un perfume...pensaba yo, con la secreta ilusión de encontrar la fórmula mágica de una fragancia maravillosa,
por eso yo no consideraba basura ni las botellas,
ni las flores que levantaba rumbo al mercado.

¡Un trayecto interesante!
Sobre todo cuando encontrábamos al oso, esa fiera enorme e inocente que se levantaba en dos patas para bailar despacito a ritmo del pandero.

¡Pobre oso, qué mal la habrás pasado... !

Si lo pienso bien, no te veías salvaje, pero tu cara y tu tamaño me causaban tremendo espanto.

¿De dónde habrás llegado?

Qué habrá sido de ti,
de tu dueño,
del vendedor de cajeta,
del poeta enamorado de mamá,
y de las tardes de lluvia que gozamos ella y yo de camino al mercado ...